“¡Es tan fácil, que podrás hacer tú declaración de impuestos sin ayuda!”, afirma el Servicio de Administración Tributaria (SAT) a través de sus distintos medios de comunicación y que algunas personas visualizan o interpretan como una premonición a la extinción de los contadores.

Y para reforzar tal aseveración sigue señalando el SAT que “a través del Régimen Simplificado de Confianza se va a facilitar el pago de impuestos al 70% de las y los contribuyentes personas físicas”.

Con esto, la autoridad pretende ofrecer declaraciones prellenadas y que el contribuyente simplemente visualice, valide y pague; así que todo parece muy sencillo, hasta ahora.

Honestamente, en mi opinión, tengo mis serias dudas respecto a que ya no se va a requerir del apoyo de un contador, ya qué hay muchas más obligaciones adicionales al pago de impuestos; por lo que valdría la pena hacer las siguientes reflexiones:

En materia de responsabilidad fiscal, ¿Quién le avisará al contribuyente del próximo vencimiento de su firma electrónica?, ¿Tendrá conocimientos sobre cómo atender una Revisión Profunda, o como contestar exitosamente un Requerimiento o “Solicitud de información” del SAT?, ¿Quién le advertirá oportunamente al empresario de los cambios en la ley?

Si el contribuyente tiene trabajadores a su cargo, ¿Quién le ayudará a timbrar los recibos de nómina bajo la versión CFDI 4.0, a calcular el Reparto de Utilidades, aguinaldos, finiquitos o indemnizaciones?, ¿Conocerá el patrón como generar los pagos del IMSS, SAR o Impuesto Sobre Nóminas? ¿Cómo podrá obtener o redactar un buen Contrato de Trabajo, Reglamento y Aviso de Privacidad?

¿Tendrá el empresario los conocimientos para llenar una Carta Porte, calcular el IVA, o presentar las declaraciones informativa del REPSE y DIOT?

¿Podrá el empresario generar (y firmar) estados financieros para obtener aquel crédito bancario?, ¿Tendrá capacidad de evitar caer en Opinión Negativa ante el SAT, IMSS, INFONAVIT o FONACOT?, ¿Quién le avisará que ya fue expulsado por ignorancia y por incumplir los mandamientos que exige RESICO?, ¿Quién le advertirá de no firmar aquel contrato leonino de préstamo o de factoraje financiero?

¿Cómo podrá el contribuyente solicitar las devoluciones de saldos a favor, una y otra vez hasta que se las autoricen?, ¿Tendrá conocimiento de los beneficios de un Acuerdo Conclusivo?

En materia de Comercio Exterior, tenemos el Padrón de Importadores y las nuevas reglas de facturación, ¿Conocerá el empresario que es y para qué sirve el Data Stage?

¿Quién defenderá al pagador de impuestos de los excesos del SAT, IMSS, Infonavit o del Gobierno Estatal?, ¿Tendrá, entonces, que ponerse el contribuyente a estudiar el cómo cumplir correcta y oportunamente todos estos trámites?

Aquí le va, estimado lector mi recomendación: lo primero por hacer es estrechar la mano y relación con su contador, pero también deberá exigirle evidencia del correcto y oportuno cumplimiento de las obligaciones fiscales; ya por último, verificar que su contador cuente con la Certificación a través del Instituto Mexicano de Contadores Públicos, por lo menos.

Porque, como se habrán dado cuenta, la Profesión Contable es imprescindible para llevar a buen puerto los números, pero sobre todo y lo más importante: el proteger el patrimonio de todos y cada uno de los negocios que tanto esfuerzo le ha costado construir a cada uno de Ustedes.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial del ICPNL.